[namaste]

by David Fridman


“Fíjate que soy cero flexible” dice el primo. “Es que no llego a tocarme los pies” dice mi prima. “Estoy un poco pasadita de peso” dice mi tía Lupe. Una de dos, o en verdad le tienen miedo a la yoga o en mi familia hay puros huevones.

Yo empecé a hacer yoga off-and-on en el 2004 y hoy, casi 10 años después, ya medio me puedo parar de manos sin la ayuda del maestro. Por supuesto que cuando empecé parecía borracho tratándome de abrochar las agujetas. Eso es parte de lo que hace la yoga chingona, que conforme pasa el tiempo vas viendo que si puedes llegar a tocarte las plantas de los pies sin doblar las rodillas. Suena fácil, no? It's not. 

Obvio cada quien es diferente, y eso te lo dejan muy claro los profesores. Cualquier profesor. De donde sea. Y te lo dicen de la mejor manera posible sin ofenderte ni hacerte sentir mal. Según yo, para ser profesor de yoga tienes que haber tomado clases tanto de yoga con el Dalai Lama y también clases de amor con Cositas. Todos son pura luz, no hay nada malo nunca, siempre son buen pedo y toda la vida viven en armonía los cabrones. Pos si, si yo pudiera hacer pose-pretzel también iría por la vida bien armonioso.

Bueno, el punto es que la yoga sirve para muchas cosas. Dicen que es buena para el estrés, para la flexibilidad, para la estabilidad, manjar el dolor, y muchas otras cosas que necesitas en la vida como el estrés y la flexibilidad y la estabilidad y manejar el dolor.

También te enseñan a respirar. “Ay David, que tonto eres, yo ya se respirar, llevo haciéndolo toda mi vida.” seguramente dirás. Pues no, una cosa es respirar y otra cosa es RES-PI-RAR. Para entenderlo, metete a yoga.

Así como hay cosas bien chulas de la yoga, hay otras que a mi personalmente me parecen pffff. Al final de cada clase – y dependiendo del maestro – generalmente hacen cánticos indios (de India) de los cuales no entiendo ni madres pero aparentemente sirven para “conectarse”. Yo no canto. Y menos en hindú. Cuando el profesor nos hace cantar yo nomás me siento ahí pensando lo que pasó anoche en Downton Abbey. 

Y si algún maestro de yoga me está leyendo, les quiero pedir un favor: no sean tan convencionales. Una vez #cuandoviviaenNY tenía una maestra de yoga que durante sus clases, en lugar de poner tantras místicos de religiones pasadas nos ponía Vanilla Ice, Spice Girls y U2. Esa es la mejor clase de yoga a la que yo he ido porque si bien no estas profundamente inmerso en un pensamiento de jardines y mariposas mientras haces el savasana, yo si me sentí rockstar cantando Ice-Ice-Baby en posición fetal.

No sean flojos. Párense de sus huevonas vidas y vayan a tomar una clase de yoga a su estudio mas cercano. Una. Nomás para que vean que chingón es estar en un cuarto lleno de gente luchando la misma lucha que tú por torcerse tan solo unos centímetros más.